Feliz primer mes, campeones
Cerrar los ojos y recordar las sensaciones de hace un mes, hace que los pelos se pongan de punta y que reaparezca el nudo en la garganta. Hace un mes, Millonarios volvió a ser campeón en su casa, junto a su gente.
Rumbo al estadio, había muchas emociones juntas; ilusión, alegría, nervios, miedo, ansiedad, fe y esperanza. Las banderas, camisetas y bufandas azules en cada rincón de la ciudad incrementaban la confianza, el saludo y el pulgar arriba con los conocidos y desconocidos sembraba esperanza.
La previa, entrar al estadio, los cánticos, ver como poco a poco cada silla se llenaba en la tribuna, corear los nombres de nuestros jugadores, la salida del equipo, el calentamiento, los himnos y la oración previa al pitazo inicial, eran cosas que convertían el momento en un recuerdo único para cada persona que estaba allí y que iba tras el mismo objetivo.
El fútbol de Millonarios en el primer tiempo me llevó a recordar esas veces cuando la prensa decía que la liga colombiana le quedaba pequeña al equipo de Gamero, el toque toque de Cataño y Silva, la seguridad de Llinás y Arias, el riesgo de Castro… el partido era del local que estaba siendo empujado por su hinchada desde la tribuna.
El rumbo cambió al minuto 31 cuando Jefferson Duque abrió el marcador en contra nuestra y a partir de ese momento, todo parecía descender. La intensidad de los futbolistas no fue la misma y el desespero se apropió del hincha. El ambiente se tornaba oscuro y el fantasma del pasado atormentaba.
El entretiempo estuvo lleno de incertidumbre, por momentos el silencio tomaba fuerza y la angustia se reflejaba en el rostro de muchos. Andina renovó la fe cuando puso el escudo de Millonarios en el cielo, recordamos quiénes somos y la grandeza de Millonarios a través de un acto innovador. Saltaron a la cancha en el segundo tiempo y todos a una sola voz impulsamos a los nuestros.
El desahogo llegó al minuto 70 a través de un canterano, un hincha, un gran profesional, un pibe que seguramente soñó con ese momento desde que era un recogebolas y vio campeón a su equipo por primera vez el 16 de diciembre de 2012, como muchos de nosotros, o tal vez lo soñaba desde antes. Andrés Llinás Montejo aprovechó el tiro de esquina que cobró Cataño para encontrar el balón y dejar a Kevin Mier sin posibilidades de atajarlo. El Campín estalló de euforia.
Pasaron un poco más de 20 minutos y el pitazo final significaba que se definiría desde el punto blanco, ese que muchas otras veces nos había hecho perder la fe.
Para ellos, Dorlan inició y erró. Para nosotros, Jader fue el primero y también falló. Banguero acertó. Arias, con carácter, anotó. Duque, repitiendo penal, marcó. Pereira devolvió ilusión cuando dejó el balón dentro de la red. Zapata falló para Nacional. Mier salvó a los suyos parando el balón de Luis Carlos Ruíz. Montero detuvo en sus brazos el balón de Jarlan Barrera. Y lleno de coraje, gallardía, amor propio y personalidad, Larry Vásquez pateó el último penal que coronó a Millonarios Fútbol Club campeón de Colombia.
Las lágrimas fueron imposibles de aguantar, no había grito bajo, no había un corazón que estuviera tranquilo, no iba a existir nunca un momento como ese. Fuimos eternos. Le cumplimos la cita a la historia, al honor, a la gloria y le dimos vida a el eterno campeón.
La angustia valió la pena, las filas valieron la pena, los sacrificios económicos valieron la pena, los enojos valieron la pena, que se bajara la tensión cuando terminaron los 90’ reglamentarios valió la pena, todo aquello que se hizo por amor valió la pena. El proceso valió la pena. Todo, siempre, si es por Millonarios, valdrá la pena.
Celebren, campeones. Un mes después, sigan celebrando ganar la final más importante en la historia del fútbol colombiano. Sigan abrazando al que tiene al lado, sigan emocionándose, sigan cargando al rival, sigan sonriendo cuando vean el documental, repítanse el partido, sigan cantándole al equipo de sus amores que jamás han dejado de ser suyo. Sigan portando con orgullo la camiseta del más grande y actual campeón de Colombia. Feliz primer mes.
Y gracias, Millonarios. Gracias, don Alberto Miguel Gamero. Gracias, David Mackalister Silva. Gracias, mono querido. Gracias, Álvaro David. Gracias a todo ese grupo de amigos que se convirtió en familia y nos regalaron a miles la noche más linda del mundo. Gracias siempre, Millonarios de mi vida. Eres lo más grande que nos pasó en la vida.
Por: Lorena Buitrago (@lorenabuitragot)