¡DEL 5 Y BAILE AL CINCO Y SORIA!

El fútbol profesional colombiano dio inicio en agosto de 1948 y uno de los refuerzos de Millonarios sería el peruano Ismael Soria, hijo de un legendario defensa de Alianza Lima y Universitario: Alberto Soria.

Ismael se había hecho en las inferiores de Alianza pero debutaría como profesional en Sporting Cristal, cuyo rendimiento le daría para que el técnico uruguayo Manuel Oliveira, le solicitara a los directivos de Millonarios su inmediata contratación y así, arribaría al aeropuerto de Techo en agosto de aquel año y debutaría el 31 de octubre.

El peruano seria uno de los futbolistas de mayor regularidad durante el primer torneo profesional y lograba mantener su puesto para la siguiente temporada.

Su posición en el campo al ser ambidiestro, le permitió tener cabida en el equipo que ya gestaba Mauro Mórtola en su cabeza. En palabras del jugador argentino Tomás Aves: «Un día después de un entrenamiento, yo estaba en el club y don Mauro llamó al «Cacho» Aldabe y le dijo: «Cacho, ¿Usted se anima a traerme a Pedernera?» y entonces él, sorprendido le respondió: «Sí don Mauro, con mucho gusto yo se lo traigo»» así, Mórtola visionó a Adolfo Pedernera desplegando su fútbol en el césped del estadio El Campín y lograr ese anhelado primer título profesional para Millos tras la decepción del torneo anterior.

Pedernera no se aventuró solo en tierras colombianas, así que convenció sin mayor esfuerzo a Néstor Rossi y a don Alfredo Di Stéfano para que lo acompañaran a emprender el sueño bogotano. Rápidamente, Aldabe armó su once ideal entorno a las tres figuras estelares argentinas que habían llegado tras cinco fechas disputadas, y, con el consenso de su amigo Pedernera se definió aquel equipo: Gabriel Ochoa en el arco; los defensores Francisco Zuluaga y el brasileño Danilo Mourman; como volantes centrales Tomás Aves, Nestor «Pipo» Rossi e Ismael Soria; adelante Alfredo Di Stéfano, el peruano Alfredo Mosquera, Alfredo Castillo, Adolfo Pedernera y el uruguayo Alcides Aguilera.

Pedernera debutaría el 26 de junio con victoria 3—0, y la siguiente fecha, Millonarios vencería en Cali al America por 4—5, empataría con Santa Fe 2—2 y golea al Medellín por marcador 1—6 el 17 de julio. Y sería en aquella tarde, al finalizar el compromiso que, los jugadores embajadores pactan, no convertirle más de cinco goles a sus rivales.

Di Stéfano alguna vez declaraba: «Nuestra consigna era «5 y baile», y era carnaval nomás. La pelota circulaba con tanta velocidad y precisión que los rivales quedaban reducidos a la categoría de simples espectadores. Llegamos a formar un equipo tan fuerte y compacto que después, en tantos años de fútbol, no encontré otro igual, ni siquiera el Real Madrid. Teníamos tres cosas fundamentales: clase, corazón y valentía. Clase, porque yo estaba rodeado de malabaristas. Corazón, porque aquel equipo lo creamos nosotros, los jugadores. Y valentía, pues teníamos un enorme pudor y tratábamos de golear pero también, y sobre todo, de gustar, tanto a nuestros hinchas como a los rivales, que al fin participaban de la fiesta y nos despedían aplaudiéndonos a rabiar”.

 

A partir de ese domingo en la cancha del Hipódromo de San Fernando de Itagüi, Millonarios disputaría 11 compromisos en el que conseguiría un empate y 10 victorias, en las que lograron anotar al menos 5 goles en 7 compromisos:

14/08 Millos vs B/quilla 5—0
21/08 Millos vs B/manga 5—1
28/08 Pereira vs Millos 0—5
04/09 Once Deportivo vs Millos 2—5
18/09 Nacional vs Millos 1—5
25/09 Millos vs Huracán 5—1
02/10 Deportes Caldas vs Millos 1—5

Luego vencería al América por 1—0 y disputaría un nuevo clásico capitalino el domingo 16 de octubre. Aquella tarde quedará en la historia de como un sombrero, acabaría aquel pacto de gallardos caballeros.

Todo a causa de una reconocida sombrerera que durante toda la semana, estuvo promocionándose a costa del clásico al asegurar que obsequiaría el más fino sombrero de su elegante surtido, al jugador que anotara el sexto gol embajador. Ya de entrada, una gran tentación en una ciudad caracterizada por el buen vestir de chaleco, gabardina, sombrero y paraguas.

El día del partido, ya Millonarios terminaba el primer tiempo 3—2 a favor y don Alfredo recalcaba que debían marcar dos goles más para deleitar a los hinchas y asegurar en gran medida el primer puesto de la tabla.

Sería el clásico mas disputado hasta aquel día, los primeros 45 minutos fueron una demostración del mas bello fútbol por parte de ambas escuadras al punto de irse al descanso en un reñidísimo 3—2. Sorpresivamente es Santa Fe quien se va arriba en el marcador por intermedio de Fernández, empataría luego Pedernera y Di Stéfano aumentaría para el 2—1, los cardenales empatarían al 41 con anotación de Ferreyra y nuevamente «La Saeta» pondría el 3—2 al minuto 44.

En el descanso, Pedernera exige asegurar el compromiso y don Alfredo remata: «Recuerden… 5 y baile» y así salen para la etapa final.

Millonarios saldría a dominar a su antojo a su rival y ya al minuto 62, Di Stéfano aumentaría para el 4—2 y Aguilera anotaría el 5—2 y así, dedicarsen a su famoso «ballet» pero Santa Fe no se resigna y consigue el 5—3 que parecería el definitivo

En los últimos 10 minutos, el equipo embajador se relaja y empieza a dar muestras de su mejor fútbol, los jugadores cardenales son simples observadores al no ser los dueños del balón, caen en algo que ellos no querían: ser testigos mudos del famoso «5 y baile» pero para Ismael Soria el juego no había terminado y anota el definitivo y sorpresivo 6—3 dando por terminado el pacto de caballeros al minuto 89.

Los jugadores azules querían literalmente matarlo por irrespetar al rival con aquel gol pero eso no le importó al peruano que declararía al finalizar el compromiso: «Hacía muchos partidos que no lograba anotar y vi la oportunidad… ¿el pacto? el pacto vale hoy un fino sombrero».

Más allá que en el siguiente partido Millonarios venciera por 1—5 a la Universidad, había quedado claro que aquel carnaval tácito de los Millos habia llegado a su fin. La noche después del clásico, los jugadores fueron homenajeados por sus directivos y se entregaría oficialmente el «famoso» sombrero al peruano Soria. Entre risas y burlas… el sombrero terminaría en manos del directivo Oliverio Pulido que prometió regresárselo cuando volviera anotar un gol.

Por: @BogotanoAzul

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