Todo un honor, un privilegio azul.
Escrito por DARIOTOTO15
El azul desde que tengo memoria ha significado libertad, alegría y felicidad. Cuando el cielo amanecía despejado, con el etéreo color predominando en el firmamento, sabía que podría jugar sin miedo al frio que terminaba por ocasionarme ataques de asma.
Parece que el tiempo se detiene, recuerdo estar en la casa Olímpica, en el centro de Bogotá, comprando mi primer uniforme de Millonarios. Soñaba con marcar un gol en el Campín, celebrar abrazado a otros hombres, todos vestidos de azul.
Seamos honestos, a los niños les gusta ganar y Millos era por mucho el más triunfador cuando nací. Mi viejo lo inculcó y yo disfrutaba cuando llenaba álbumes y veía como doblábamos en número de estrellas a cualquier rival en el fútbol colombiano. Siempre me apasionó la historia, junto a mi balón “Tango” tenía libros que narraban hazañas deportivas, dentro de las que obviamente se encontraba el Ballet Azul.
Me perdonará el maestro Víctor Hugo, pero es que nosotros no somos hinchas de “Los Miserables” no señor, esta pueblo sigue a “LOS MILLONARIOS” al equipo de Di Stéfano, que bailó al Real Madrid, en su casa y en la celebración de sus bodas de oro. Somos seguidores de la escuadra que venció al Santos de Pelé, fanáticos del único equipo en verdad GRANDE que tiene este país.
Con una pequeña bandera que aun hoy en día poseo, totalmente desteñida, pero impregnada de grandeza y recuerdos únicos, di las vueltas olímpicas del 87 y 88 corriendo y llorando junto a un primo, que es en sí mi hermano. Y es que compartir este sentimiento me ha unido a personas maravillosas. Desde el colegio, pasando por la universidad y varios puestos laborales, conocí seres humanos en verdad sorprendentes gracias al escudo embajador.
Hemos vivido tiempos oscuros, en realidad agobiantes, cambiamos la asombrosa superioridad numérica de títulos por hacer cuentas para entrar a las finales, pero creo que esas angustias sacaron a flote un amor desconocido para muchos.
Pasamos del sentimiento que profesa un hijo por su padre (de admiración total) a una nueva faceta, aprendimos a querer a nuestro equipo, como si fuese un hijo propio, celebrando sus escasos logros, y vertiendo dosis excesivas de paciencia ante sus fallas.
Y como buen muchacho, Millos, poco a poco resurge y vuelve a darnos todas las alegrías de las que fuimos privados. Es más que un honor, todo un privilegio, llorar, reír y sentir estos colores.
Un año más de fundación, una nueva oportunidad para agradecer a don Alfonso Senior, al viejo Willy, al doctor Ochoa, A Julio Cozzi, a Senen y Otoniel, al Guajiro, a Bonner y a la Gambeta, a Irigoyen, a Brand y a Morón, a Vivalda, Funes y Cabrera, a Mayer, Ayron y Duque. Perdón por los cientos que no menciono, pero en realidad la lista es demasiado grande.
Con los años se aprende a no desesperar y creer en los procesos, hoy lleva la batuta un verdadero maestro del fútbol suramericano, confío plenamente en que nos seguirá vistiendo de triunfos y copas.
Sigamos unidos en torno al equipo, demos gracias por ser parte de esta familia, porque no venimos del dinero manchado de sangre, porque fuimos gigantes mucho antes de eso, porque nos avergonzamos de haber sido parte de ese nefasto negocio.
Por Millos. Por todos nosotros. Feliz cumpleaños embajador.