Crónica de un desahogo
Podríamos quedarnos en que Macka tiene un miedo injustificable a pegarle de afuera. O en que un gran porcentaje de pases de Hansel o el mismo Silva van a un contrario. Que Elvis Perlaza no sale victorioso en ninguno de los mano a manos o que el juez dejó que el Chicó manejara el partido quemando tiempo o haciendo amonestar a los nuestros.
Pero hoy más que nunca es un día para dejar de lamentarnos por lo malo y disfrutar, después de larguísimas e interminables once fechas, de tres puntos en Liga. Abrazarnos porque Ayron marca con la camiseta de Millonarios y al fin se sacudió la sal, después de una asistencia exquisita de Diego Godoy. Aplaudir la pintura de Cristian Arango para desairar las mañas de Pablo Mina y pintarle la cara. Celebrar la entrega incansable de Guillo, el buen juego defensivo de Stiven Vega, la mejoría de Vargas, la confianza de Paz, el compromiso de Bertel…
El hincha Embajador sufrió, sí. Porque el gol se negaba en la primera etapa, porque nuestro capitán vio su cuarta tarjeta y el línea de occidental inventó fueras de lugar hasta el cansancio. Y se preocupó nuevamente en las postrimerías por un gol que no debió ser ni desde el cobro sin presión de Chicó ni la onírica marca de la defensa azul. Pero ese pitazo final nos liberó de una carga inmensa a todos. El profesor Gamero podrá dormir con los primeros tres puntos como DT y preparar con tranquilidad su viaje del lunes a La Paz, mientras nosotros los hinchas podremos volver a sonreír en la oficina o el salón de clases.
Falta mucho trabajo, sin duda. Pero la alegría que decoró las escaleras del Campín y las afueras del estadio superaron las críticas y los golpes de pecho. Nuestro Millonarios al fin logró gritar «Vamos carajo» y se prepara para buscar la clasificación continental. Corregir ganando es la mejor consigna. Démonos el gusto de brindar por la primera victoria local en esta Liga ydejemos para mañana qué lugar hay a variables y reestructuras.
Carlos Martínez Rojas (@ultrabogotano)