Campeón inolvidable
Lo que nos podía faltar en fútbol nos sobraba en orden, sacrificio y convicción.
Crecimos a lo largo del campeonato, convenciendo a los incrédulos y aferrando la ilusión al Alma del embajador.
Un estoico entrenador que soportó en silencio y con la cabeza erguida la tormenta que vivía su cuerpo y amenazaba con poner fin a su existencia.
Equidad y América caen ante un azul con paso firme e invicto que ve la final desde como su única realidad.
El rival de patio, en su mejor momento histórico se levantaba como una muralla insuperable. Y en la ley que ellos mejor manejan, se elevó Matias y nos puso a soñar con la vuelta olímpica.
Llenaron el estadio que se vistió de rojo. Tuvieron más oportunidades que nosotros. Nicolás volaba y en el aire viajaban los sueños de una hinchada que colmó parques, la ciudad y sus calles.
Se fueron en ventaja y nuevamente por arriba apareció la igualdad. El capitán devolvía la esperanza.
Vendaval del local que terminaría por ampliar el marcador.
Minuto 85 y el balón cruza el aire bogotano, es rechazado y la volea mágica de Henry que manda al silencio total a un estadio que celebraba algo que creyó tener.
Millonarios y las lágrimas que inundaron el rostro de todos nosotros. Millonarios y un título que perdurará en la historia.
Millos, Millitos, Millonarios del Alma, embajador de mi corazón. Una y mil veces gracias por tanta alegría, por romper de felicidad nuestro corazón.
Por: Dario Cardenas.