EL ORIGEN
*Extractado de su próximo libro “El Lado M”
La noche del 30 de enero de 1938 se realizó la que en su momento fue la más celebrada fusión entre dos de las más destacadas sociedades deportivas: Unión Bogotá precedida por Alberto Lega y el Club Municipal del señor José Munévar.
Días atrás, se rumoraba en las calles de la capital la posibilidad de fusionar ambas entidades con el fin de mejorar la preparación del grupo de futbolistas bogotanos con miras a su participación en los Juegos Bolivarianos de los meses venideros. Así, tras la iniciativa de Antonio J. Vargas, reconocido deportista de la época y tras convencer al alcalde de la ciudad Juan Manuel Rueda se llegó a la conclusión, que la fusión de ambos equipos era fundamental para el resurgimiento del fútbol bogotano y nacional.
Ambos presidentes estrecharon su mano tras firmar el acta de fundación del nuevo Deportivo Municipal el cual quedaría conformado por la siguiente nómina: los arqueros Roberto Rodríguez, Fermín Ulloa y Roberto Valderrama; los defensores Juan B. Serrano, Alfredo Lega, Juan de Dios Redondo y Antenor Rodríguez; los volantes José Manuel Montejo, Félix Suárez, Manuel Pardo, y Fermín Esteban. Como delanteros se encontraban Antonio “Pibe” Martínez, Emilio Castañeda, Félix Villamizar (capitán), Francisco Pardo, José Octavio Zapata y el presidente del ahora desaparecido Unión Bogotá, Alberto Lega.
El Deportivo Municipal contaría con su propio campo de fútbol que sería adquirido el 3 de febrero y en el cual se adelantarían trabajos de adecuación para su inauguración oficial el día 6 de marzo y que estaría situado en la calle 63, arriba de la carrera 13. En los siguientes dos meses, la dirigencia se enfocaría en adelantar las gestiones necesarias para contratar a un entrenador extranjero que se encargara de la preparación y participación del equipo en los Juegos Bolivarianos del mes de agosto, mientras tanto, se encargó a Félix Villamizar de la dirección técnica.
Dos nombres fueron acercados a la directiva del naciente club como posibles candidatos para desempeñar tan importante cargo. Uno era el gran jugador argentino Fernando Paternóster, cuya reciente y brillante historia en el fútbol suramericano, era conocida por la nómina y que venía entrenando al equipo del Instituto de La Salle. El otro candidato era el uruguayo Donaldo
Ross, que recientemente había llegado a la capital como asesor del fútbol de la ciudad de Cali.
En los primeros días de abril sería contratado el argentino Paternóster y desde el inicio mostró buenos resultados a tal punto que el secretario de educación de Bogotá, Álvaro Rozo, logra que el Concejo Municipal de un aporte económico de $50.000 para mantener la plantilla y realizar las contrataciones de Tomás Emilio Mier y Ricardo “Bolloeyuca” Granados Llanes, quienes venían del equipo Samarios al que recientemente habían enfrentado.
El equipo acoge los colores de la ciudad y su uniforme queda establecido de camiseta blanca con la figura del águila como escudo, pantaloneta y medias negras y como uniforme alterno, camiseta negra con pantaloneta blanca. Tras su preparación, el Deportivo Municipal representaría al país en los primeros Juegos Bolivarianos que se crearon con el fin de celebrar los 400 años de la ciudad de Bogotá.
Paternóster dejaría sus impresiones respecto a su contratación: “el comité desea conseguir principalmente la imposición de una escuela o técnica determinada en el fútbol local y para esto he ideado toda una organización en las diferentes escuelas del municipio. Usted viera las promesas para el fútbol que he visto en la capital, chicos que no esperan sino indicaciones y buena orientación, que tienen inteligencia y aptitudes físicas estupendas y que, si no se malogran, en pocos podrán poner el fútbol bogotano a nivel verdaderamente apreciable.